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  • Manuela Ferrer y Juan Diego Avendaño

Educación Financiera: el camino hacia la construcción de un mejor futuro para Colombia

Según la OCDE, la educación económica y financiera (EEF) se define como el proceso por el que las personas mejoran su comprensión de los conceptos, los riesgos, los productos y los servicios financieros, desarrollando una capacidad para tomar decisiones financieras informadas que les permitan mejorar su bienestar y su calidad de vida. De acuerdo con el último ejercicio de mapeo realizado por el Banco de la República, en 2016 existían 113 instituciones desarrollando más de 132 iniciativas de EEF en Colombia. Aproximadamente la mitad de estas instituciones pertenecen a programas de economía solidaria y al sector privado, un 17 % son organizaciones del Gobierno, un 16% son instituciones sin fines de lucro, fundaciones y organismos de investigación; y cerca de un 9 % son instituciones educativas en niveles básico, medio y superior.


Sin embargo, a pesar de que el panorama pudiese parecer alentador, a partir de una encuesta realizada por el Global Finlit de Estandar and Poor’s, se determinó que menos del 34% de los adultos en Colombia están educados financieramente, lo cual refleja que la mayor parte de la población bancarizada (83,3%) no sabe cómo manejar dichos productos bancarios correctamente. Dicha condición, expone a estas personas a una situación de vulnerabilidad financiera al no poder responsabilizarse de manera informada del manejo de su dinero, siendo propensos a realizar inversiones fraudulentas y a perjudicarse por la incursión en riesgos asociados al mal uso de productos financieros. Más aún, se estima que el 64% de la población del país no planifica sus finanzas o lo hace para un plazo menor de un mes, el 58% tiene dificultades al momento de cubrir sus gastos y únicamente el 41% de la población menor a los 60 años ha tomado medidas para enfrentar los gastos asociados a la vejez.


Tras obtener una visión más amplia del panorama de la situación actual en materia de EEF en el país, es evidente que la falta de educación financiera en el Colombia se encuentra entre los principales factores que alimentan el ciclo de inequidad y pobreza. Las poblaciones de bajos recursos no cuentan con los conocimientos necesarios para tener un buen manejo de sus recursos financieros, lo cual genera una revictimización y perpetua los obstáculos a los que se enfrentan en medio de las dinámicas de la movilidad social. Según la OCDE, en Colombia, una familia en condiciones económicas precarias tarda en promedio 12 generaciones para poder mejorar significativamente su condición socioeconómica. Es por todos estos motivos, que se hace manifiesta la necesidad de que la población colombiana entienda la importancia del ahorro y la planificación en el uso de sus recursos, esto con el fin de construir un capital propio con miras al progreso socioeconómico.


Para estar a la altura de dichos objetivos de mejora, es indispensable que numerosos programas de educación financiera empiecen a impartirse desde tempranas edades en los colegios. Estos programas deben trascender, y, por ende, no deben limitarse al cálculo del valor del dinero en el tiempo o a la conversión de tasas de interés. Por el contrario, deben enfocarse en la construcción de hábitos de ahorro, planificación e inversión consiente en los jóvenes. Si desde el comienzo, se empiezan a cultivar dichas prácticas, con seguridad, al convertirse en adultos, dichos jóvenes tendrán unas finanzas personales organizadas que les permiten alcanzar sus objetivos en el largo plazo. Por otro lado, es preciso reconocer que este proceso debe apoyarse en las herramientas tecnológicas de la actualidad, siendo que esto permitirá que los conocimientos de dichos programas puedan calar en un mayor número de personas. Asimismo, siendo consientes del volcamiento del sector financiero hacia el mundo digital, es primordial que las personas se familiaricen con todo el portafolio de servicios, aplicaciones e instituciones financieras virtuales.


Es por todos estos motivos, y teniendo como objetivo la construcción de una mejor sociedad por medio de la educación financiera como vehículo de movilidad social, que el Finance and Investment Club (FIC) de la Universidad de los Andes, desde su área de Finanzas de Impacto, en compañía de la empresa Clever Finance han desarrollado un proyecto que busca llevar la educación financiera a distintos colegios públicos del país. Este consta de 5 módulos que abarcan temas como finanzas personales, contabilidad y matemáticas financieras, así como uno denominado “No coma cuento”, en el que se les enseña a los jóvenes a reconocer estafas en supuestos vehículos de inversión y a identificar señales de alerta en productos financieros y negocios. Este programa nace con el propósito de aprovechar y articular la experiencia de Clever Finance en la creación de juegos y cursos didácticos, y el conocimiento teórico construido y puesto en marcha por el FIC al haber dictado de manera virtual un programa piloto de educación financiera en el colegio Acacia II de Ciudad Bolívar durante el segundo semestre del 2020, el cual constó de 16 semanas y en el que se impartieron 14 diplomas. El nuevo programa será implementado en este 2021 de forma virtual e integrará de manera balanceada sesiones teóricas con juegos y actividades que harán que los jóvenes de últimos grados adquieran conocimientos financieros de la manera más amena y práctica.

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